Allá por el año 1886, los hermanos Jerónimo y José Podestá realizaron sus primeras piruetas y acrobacias en una presentación teatral en Buenos Aires. Así fue como nació el Circo Criollo. El espectáculo que puso en juego la verdadera identidad Sudamericana, ya que fueron los primeros en dejar de imitar las artes europeas y darle ese toque local a todo lo que realizaban.
Con el tiempo, los Podestá formaron su compañía con la que recorrieron innumerables ciudades de Argentina, Uruguay y Brasil con carpas itinerantes, acompañados por una troupe de malabaristas, forzudos y payasos que deleitaron a todos por igual.
Cuenta la historia que después de un buen espectáculo, los Podestá brindaban junto a su elenco con un vino intenso, único y aterciopelado que guardaban celosamente entre sus pertenencias.